El desarrollo del que todos somos espectadores y usuarios conlleva un aumento del número y la extensión de las fuentes de contaminación, entre ellas, la denominada electrosmog (radiación electromagnética peligrosa) que representa una de las formas más peligrosas contra la salud humana, clasificada entre los cuatro principales problemas críticos a los que debe hacer frente la humanidad en el nuevo milenio, otros autores niegan de raíz la existencia del problema, afirmando que es impropio hablar de contaminación electromagnética, al menos mientras no se demuestre plenamente la correlación directa entre la exposición de la comunidad a la influencia de los campos eléctricos y magnéticos, por un lado, y la aparición de patologías, por otro.

Una posición conservadora manifiesta que, los efectos nocivos hasta ahora comprobados para la salud humana son sólo efectos a corto plazo (denominados agudos), como quemaduras, hemorragias, necrosis; de lo contrario, faltaría documentación suficiente sobre los efectos crónicos (denominados a largo plazo), en particular tumores y mutaciones genéticas; una vez definidos los límites de exposición (frente al riesgo de calentamiento excesivo de los tejidos), ya no sería necesario cuestionarlos; mientras que una postura denominada «de precaución»,  argumenta que, la exposición a los campos electromagnéticos provocaría tanto efectos biológicos agudos (o a corto plazo), como efectos a largo plazo, ya sean «cancerígenos», «genotóxicos» (efectos mutagénicos) o atribuibles a otros mecanismos biológicos (promoción de tumores); siendo necesario prever, junto a los límites de exposición, una protección especial (mediante límites especialmente bajos, definidos como «valores de precaución» y «objetivos de calidad») para las «personas sensibles» (como los niños, los enfermos, los ancianos) y, a tal fin, adoptar medidas de precaución en cuanto a la ubicación de las instalaciones que emiten ondas electromagnéticas y medidas correctoras en las instalaciones existentes que superen los límites de exposición «de precaución» (Algumbari y Nagy, 2022).

En términos más generales, no pasa desapercibido cómo el fenómeno del electromagnetismo tiene fuertes repercusiones no sólo sobre el ambiente y la salud humana, sino también sobre el sistema industrial y económico, como las telecomunicaciones. Los legisladores, impulsados también por la necesidad de dar respuestas un tanto tranquilizadoras a la opinión pública, se inclinan cada vez más por un enfoque metodológico de precaución, lo que se ha traducido en el desarrollo del principio de precaución (o cautela): formulado por primera vez en la Conferencia Internacional sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de Río de Janeiro en 1992, estableciéndose que «cuando existe el riesgo de que se produzcan daños graves e irreparables, la falta de certeza científica absoluta no puede ser pretexto para aplazar la adopción de medidas eficaces, para impedir la degradación del medio ambiente».

Ante esta amenaza invisible, urge la creación de nuevos mecanismos de compensación y/o equilibrio entre las instancias regionales y centrales, una cámara de compensación que, no puede encontrarse en el Tribunal Constitucional, so pena de cargarlo con pesadas responsabilidades, incluso políticas, sino en la institución de una Cámara de las Regiones que permita a las entidades territoriales conectarse entre sí y con el Estado.

Referencias:
  1. Algumbari, A. and Nagy, G. (2022). Interior Design Guidelines for Reducing the Negative Impacts of Electromagnetic Fields at Residential Workspace. IOP Conference Series: Earth and Environmental Science 1056 012005. https://iopscience.iop.org/article/10.1088/1755-1315/1056/1/012005/pdf

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