Fuente: Twitter
Edgar Gutiérrez Gómez
egutierrez@unah.edu.pe

En mis cuarentas y en esta cuarentena, me estoy muriendo comenzando por ti. Como si mi vida te importara y me importaras.


La soledad existencial es mi pasatiempo favorito, está rebosando el iceberg de mi patología normal. En esta sociedad vivo rodeado por millones de seres humanos singulares a mí, pero la esencia de mí existencia es única e inigualable. La experiencia de mis sensaciones interactivas e individuales son exclusividad de mi personalidad patológica. Siguiendo a Michel Cioran en su Breviario de podredumbre tengo que imitar a otros seres humanos más patológicos que yo, se autodenominan los mejores seres humanos por su infinita caridad y traza de moral andante fingido.

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¡Sabes tía! Me estoy muriendo de a poco en esta sociedad del fenómeno actual, donde los curanderos clausuraron sus quioscos, los sacerdotes cesaron sus templos, los pastores evangélicos no curan ni michi, los hospitales no otorgan citas médicas, las postas de salud no entregan condones, las cantinas están cerradas, el cuarto que alquilo me cobra de la nada, los ingresos de calles están cerrados, el ingreso a las comunidades con tranqueras, mi trabajo suspendido, prostíbulos en quiebra,  quiero abrazarte y no puedo, la gente se distancia de mí, …ta mare me estoy muriendo de exclusión ¡Acaso soy bicho raro!


Fuente: Jornal Grande Bahia

Si tanto le importas a la estadística, a las autoridades de turno, deberían registrar todos los muertos a diario y publicarlo en hora de almuerzo para vivir con cara de mortuorios. Extraño mis tragos de amanecida en las cantinas de mala muerte, con mis amigos que perdieron el sentido de la existencia. Hipócrates, seguro está revolcándose de ira en el infierno o paraíso, pues los médicos hicieron su juramento hipocrático por las huevas.


No hay atención médica en ningún centro de salud, a menos que tengas la epidemia de turno. Como no existe el infierno ni el paraíso, Hipócrates no sabe que los médicos usan su nombre del deber que jamás van a cumplir. Te diagnostican una enfermedad terminal en esas famosas clínicas privadas, pero primero te cobran y tienes que ir con un familiar para que se aseguren el pago. Todo, todo, todo es qullqi.  


Es fácil darse cuenta que, las parafernalias de la enfermedad y de la muerte solo son arquetipos sociales de cumplimiento del deber para una terapia psicológica. Una pequeña falacia para mis amigos que se sienten obnubilados por el avistamiento de animales silvestres hacia la urbe. Estos pendejos son los primeros en tragarse el cadáver del animal asesinado ¡Se saborea rico la mitra del cuy, no! Pues es un cadáver. Tenía derecho a vivir. Tiene sentimientos, emociones y alegrías, pero lo deglutes degustando.

No te ofendas tía, es falacia ¡Qué bonita la naturaleza sin el hombre! Se pronuncian mis amigos, incluyendo alguno de mis vecinos, pero son los primeros en vivir en los lugares céntricos de la urbe. Están soñando comprarse una casita en la mejor planicie, pero se emocionan por la naturaleza ¡Así no pe, tía! Es doble moral, pero es solo falacia por mi parte. Como dicen por ahí; no sé, pero me gusta y a la vez no me gusta.

2 comentarios en «“Tía, me muero falazmente”»
  1. Ciertamente estimado Edgar un “bicho de siete cabezas” nos está obligando a estar en “arresto domiciliario” y los pocos viajes que podríamos hacer al interior del país o al “más allá” requieren una parafernalia de procedimientos destinados a esterilizar lo que, sin darse cuenta, pudo haber entrado en contacto con el enemigo invisible.

  2. Todas las parafernalias están quedando para el recuero estimado Rene, puede que aligere la situación de dolor psicológico para los que aún quedan.

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