Fuente: Unicef
Idelia Mirta Cristobal Lobaton
icristobal@unah.edu.pe

El matrimonio infantil y las uniones tempranas durante la COVID-19, son anómalos complicados con enfoques desde la desigualdad de género, violencia, pobreza, deserción escolar, embarazo adolescente, políticas que no responden el cuidado de las niñas y adolescentes con oportunidades presentes y futuras.


Según la ONU y UNICEF, este tema es poco reconocido en América Latina y el Caribe (ALC) donde una de cada cuatro mujeres de 20 a 24 años contrajo matrimonio por primera vez o mantenía una relación temprana antes de cumplir los 18 años, esta situación se mantiene en los últimos 25 años.

Las niñas y adolescentes de hogares pobres, de zonas rurales con población indígenas y afrodescendientes afrontan el mayor riesgo, negándoles su adolescencia y oportunidades para su presente y futuro. Las adolescentes pueden ver esta situación como una alternativa para satisfacer sus necesidades básicas, o ser susceptibles a la explotación sexual, supuestamente como mejora de su situación y la de sus familiares.

El acceso a la educación es una herramienta efectiva para prevenir ello, pero la educación limitada y el confinamiento, aumentan la percepción de que las niñas de la familia se conviertan en una carga financiera. A ello se suma la educación a distancia que no siempre consideran cuestiones de género referido a la brecha digital existente, generación de ingresos, y más aún si están casadas o en convivencia.

Los servicios de salud sexual y reproductiva son limitados pueden empeorar la crisis, sumándose a ello la violencia basada en género. En América Latina y el Caribe, 4 de cada 10 niñas de 15 a 19 años han sufrido violencia de pareja.


Enfrentar ello requiere de sensibilización y capacitación a nivel nacional, regional, local y comunitario, con servicios básicos, programas y financiamiento.


Fuente: Prensa Latina

Responder a ello mediante el empoderamiento de niñas y adolescentes por los entornos virtuales, realizar acompañamiento oportuno solicitado a través de los tutores que ponen en alerta a los entes responsables, generar liderazgo e inclusión desde la educación básica, establecer protocolos de adaptación de las víctimas.

Actualizar el currículo nacional desde la educación básica con temas de empoderamiento y liderazgo, con mayor atención a las zonas rurales y grupos indígenas respetando la multiculturalidad. Las niñas y adolescentes que gran parte de ellas conducirán nuestra nación debe ser un foco de atención de nuestras autoridades para garantizar una sociedad equitativa e inclusiva en la conducción de nuestra patria.

Finalmente, es necesario que dentro de los medios virtuales también se realice las tutorías con temas que fortalezcan la formación integral de los futuros ciudadanos.

Los APAFAS también deben activarse de forma remota, ya que gran parte de los padres ahora se ven comprometidos con el aprendizaje de sus hijos dentro del hogar, hay actitudes favorables que fortalece la pandemia, se puede ver que los padres hoy más que nunca están pendientes del desarrollo del aprendizaje de sus hijos, fortaleciendo los lazos familiares y generar conexiones provechosas para resolver las inquietudes en este grupo de personas.

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