Una conciencia libre puede cambiar la historia, ya que siempre estará a favor de los humillados y en contra del poder opresor. Los hombres conscientes y comprometidos hacen y luchan libremente en la historia. Unos están a favor de la justicia, la democracia, la razón, el bien y no matarás; otros, por el contrario, con el poder tramarán y accionarán la injusticia, dictadura, la fuerza, el mal y diezmarán a todos los que están al frente de la vereda del poder..

Hoy, en el Perú, la derecha fujimontesinista gobierna con la crueldad y dictadura; los asesinos, desde el Leviatán o poder del Estado, enlutaron a 70 familias peruanas todo por mantenerse en el poder neoliberal.  Todos los conscientes hemos visto la cara de los asesinos, no fueron los bestias ni locos, son humanos con ansias de poder que infringieron todas las leyes del Estado peruano asesinando a toda la familia peruana y sabían lo que hacían, tal como en la película de The Ox-Bow Incident (Conciencias muertas de 1943) que es dirigida por William Wellman.

En la película mencionada existe la furia instintiva de la muchedumbre que hace el linchamiento a los inocentes, sin previo juicio a sus ciudadanos con derecho. Uno de los cobardes le dice al que empujó al linchamiento: “Yo vi tu cara. Era el rostro de una bestia depravada y asesina. Sólo dos cosas significaron algo para ti: el poder y la crueldad. No puedes sentir lástima. Ni siquiera puedes sentir culpa. Sabías que eran inocentes, pero estabas loco al verlos ahorcados. Y hacerme verlo”.

Si el Estado asesina sin juicio alguno comete el crimen de lesa humanidad e infringe los derechos más sagrados de la humanidad: los derechos humanos; un muerto, sin juicio alguno, es la crueldad de los hombres conscientes que tienen el poder del pueblo. En la película, los que sufrieron la atrocidad fueron Donald, Juan y Dad, quienes en la madrugada fueron ejecutados en Ox Bow Canyon; mientras tanto, en el Perú, son 70 los peruanos muertos sin la ley que los defienda, tanto que aún nos grita al oído la injusticia.

En la escena final, Gil Carter, representado por Henry Fonda, lee la carta más conmovedora de la vida de uno de los linchados, quien con estas palabras se dirige a su esposa.

Mi querida esposa:

El Sr. Davies te contará lo ocurrido aquí esta noche. Es un hombre bueno y ha hecho por mí todo lo posible. Supongo que aquí también hay otros hombres buenos… pero no se dan cuenta de lo que hacen. Lo siento por ellos… Porque yo acabaré en un momento y ellos llevarán esto en su consciencia durante el resto de sus vidas. Un hombre no puede tomarse la justicia por su mano sin herir gravemente la consciencia de la humanidad. Porque entonces no es que infrinja una ley… sino todas las leyes. La ley es mucho más que unas palabras escritas en un libro o los jueces, abogados o sheriffs contratados para aplicarla. Es todo lo que la gente ha aprendido sobre la justicia y lo que está bien y lo que está mal. Es la mismísima consciencia de la humanidad. No puede existir la civilización si los hombres no tienen consciencia. Porque si no es a través de ella… ¿De qué otra forma puede acercarse a Dios? ¿Y qué es la conciencia individual sino un pedacito de la conciencia de todos los hombres que han vivido en el mundo? Supongo que eso es todo. Besa a los niños y que Dios te bendiga.

Tu esposo.

En síntesis, los conscientes peruanos están en silencio y saben que son culpables por no denunciar al asesino de las últimas protestas; hay hombres que se dedican a su actividad diaria y dicen no saber nada, otros aplauden a viva voz y bien hecho mencionan, algunos afirman que por vagos fueron a protestar y recibieron su merecido. En el mundo, pregonamos que ningún hombre debe recibir el linchamiento, se debe respetar el proceso de juicio y si es culpable debe terminar encarcelado y no asesinado; por tanto, los peruanos deben hacer respetar sus leyes sino el Estado dictador seguirá matando.

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