Edgar Gutiérrez Gómez

El ser humano siempre ha presumido que se creó así mismo gracias al trabajo. Así, lo ha ido proclamando las enésimas veces que duró su estancia en este planeta. “Y lo es en tal grado que, hasta cierto punto, debemos decir que el trabajo ha creado al propio hombre” (Engels, 1876, p.1) Durante el transcurso de la vida humana, se ha renegado constantemente de las formas de trabajo en las diferentes etapas de la historia.


Cada división histórica tuvo formas de trabajo que se caracterizaron de acuerdo a la época que les tocó vivir. Es de común conocimiento que, durante las cinco edades de la historia, estos tenían sus propios modus vivendi, que generó a su vez, encarnizadas protestas laborales. En todos los ámbitos de la educación, jamás pasó desapercibida la obra monumental de Charles Darwin El origen de las especies, rescatando los conceptos generales establecidos como, que: “No podemos dudar que los individuos que tengan alguna ventaja sobre los demás, por pequeña que esta sea, tendrán las mayores probabilidades de sobrevivir y de reproducir su especie” (Darwin, 2003, p.70) Considerando la premisa establecida por Darwin, existe una necesidad perenne de acomodarse a los tiempos modernos del trabajo remoto, en las áreas que fue sustituida la mano del hombre por las máquinas revolucionarias.

La aspiración humana es inventar instrumentos de trabajo más revolucionarios, que socorran al hombre en su afán de reconquistar la naturaleza. En el proceso de la revolución instrumental, se ha inventado infinidad de instrumentos de trabajo moderno, los cuáles no son utilizados de forma constante por el hombre. Existe un desconocimiento masificado de la tecnología industrial que puede suplir holgadamente con creces a las actividades comunes del ser humano. Este manejo puede darse en las diferentes esferas del trabajo, por más complejas que se presente el fenómeno en la naturaleza. Conocer lo desconocido es el gran reto de la humanidad, cada detalle del conocimiento en su propio contexto, corresponde a sobrevivir. Los fenómenos naturales en el mundo, raramente hacen notar su presencia, pero terminan confinando al hombre libre, seguro de sí mismo, a una constante desesperación al ver su vida amenazada por la muerte y antes de lo previsto. El hombre se ha sumergido tanto a su trabajo en busca de una renta incalculable y, hoy está desesperado por perderlo todo.


Existe un desconocimiento masificado de la tecnología industrial que puede suplir holgadamente con creces a las actividades comunes del ser humano.


Algunos de nuestros semejantes, amasaron fortunas con sus talentos innatos, hoy con sus fortunas tranquilamente podrían alimentar a medio mundo, pero el egoísmo y la ambición material de esos afortunados talentosos, enceguece el lado humanitario por los menos talentosos. Están confinados en departamentos lujosos y como vivimos y transmitimos en tiempo real, vomitan fotografías desde sus residencias paradisiacas, con el afán de ser admirados por el pueblo mayoritario que se está muriéndose de hambre. Estos moribundos de hambre en el Perú, alguna vez en sus vidas ahorraron su salario día a día para asistir a un estadio de fútbol, y hoy esos futbolistas se lucen en su confinamiento gracias al aporte del pueblo que tragaba circo y fútbol en tiempos de casi normalidad. La vida jamás fue tranquila, desde que fuimos arrojados a este mundo, tratamos de sobrellevar con algunas astucias, para ponerle sazón a la desgracia de haber nacido. Algunos trabajadores dependientes que antes veían como un sacrificio ir al centro laboral, hoy se está convirtiendo en una buena alternativa el confinamiento. Claro, muy cómodo; mientras no visite el virus al refugio domiciliario, pero los trabajos independientes, no se puede realizar remotamente.  

Referencias

Darwin, C. (2003). El origen de las especies. Argentina: Santa Fé, Argentina. https://elibro.net/es/ereader/bibliotecaunah/35725?as_all=el__origen__de__las__especies&as_all_op=unaccent__icontains&prev=as

Engels, F. (1876). El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre. En a revista Die Neue Zeit, Bd. 2, N° 44, 1895-1896. https://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/1876trab.htm#topp

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