Fuente: Leonoticias
Rene Antonio Hinojosa Benavides

La grave pandemia actual tiene un impacto devastador en la salud pública mundial. La cardiología parece verse afectada solo parcialmente por el problema en comparación con otros contextos clínico-asistenciales como los de salud pública, enfermedades infecciosas, neumología, primeros auxilios y reanimación.


La correlación entre el infarto de miocardio y la infección por el virus de la influenza se conoce desde hace mucho tiempo, así como la correlación entre la infección neumocócica y los episodios cardiovasculares.

Igualmente es bien conocido el valor protector de la vacuna contra la influenza, contra la insuficiencia cardíaca y el síndrome coronario agudo, así como el de la vacunación neumocócica, aunque con evidencia más débil (1). Esta evidencia no ha ocasionado una mayor atención a la carga cardiovascular de otros virus respiratorios como las pandemias de influenza.

Deben examinarse las implicaciones cardíacas de la COVID-19 y epidemias virales respiratorias similares; y es que el SARS-CoV-2 se caracteriza por una alta contagiosidad; en el 85% de los casos causa una enfermedad subclínica o leve, pero en comparación con la influenza causa complicaciones respiratorias con mayor facilidad como neumonía severa y neumonía intersticial en un 15% de los episodios. El 5% de los pacientes infectados requieren acceso a las unidades de cuidados intensivos (UCI).

Se estima una letalidad de alrededor del 3%. En comparación con las epidemias de coronavirus anteriores, el contagio es mayor, aunque la mortalidad es menor en comparación, por ejemplo, con el síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV) de 2002 y el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) de 2012, ambos asociados con una alta mortalidad del 9,5% y 34,4% respectivamente.


En pacientes con neumonía por la COVID-19, un primer reporte sobre 99 pacientes hospitalizados en el período del 1 al 20 de enero de 2020 en el Hospital Jinyntan en Wuhan, China, mostró que el 40% de los casos tenían enfermedad cardiovascular o cerebrovascular preexistente.

Fuente: DW

En un reporte posterior de 138 pacientes con neumonía COVID-19 hospitalizados entre el 1 y el 28 de enero de 2020 en el centro hospitalario de Zhongnan de la Universidad de Wuhan, un 26% requirió tratamiento en UCI. Los pacientes que requirieron UCI fueron aquellos con una prevalencia significativamente mayor de comorbilidades como diabetes y enfermedades cardiovasculares (2).

En este sentido, el American College of Cardiology (ACC) publicó un boletín en febrero de 2020 en el que se subrayan las posibles implicaciones cardíacas de la infección por coronavirus. Más allá de las estrategias de salud pública para disminuir la propagación de la infección viral, el ACC recomienda que en las áreas donde se concentran los brotes de infección, se deben implementar precauciones adicionales en pacientes con enfermedad cardiovascular conocida.

El ACC también recuerda la importancia de la vacuna antigripal y antineumocócica y advierte del riesgo de infradiagnosticar un infarto agudo de miocardio en el contexto de una infección grave por COVID-19. Hoy en día la ACC recomienda adoptar precauciones de protección adicionales en pacientes con enfermedad cardiovascular y elaborar protocolos específicos para el manejo de infartos en esta pandemia (3).

Referencias

  1. Coutsoumbas GV, Di Pasquale G. (2018). Influenza e rischio di infarto miocardico acuto: ruolo protettivo della vaccinazione anti-influenzale. Un motivo in più per vaccinare. G Ital Cardiol, 19,620-627.
  2. Chen H, Zhou M, Dong X, et al. (2020). Epidemiological and clinical characteristics of 99 cases of 2019 novel coronavirus pneumonia in Wuhan, China: a descriptive study. Lancet,395,507-513.
  3. American College of Cardiology. ACC Clinical Bulletin: Cardiac implications of novel coronavirus (COVID-19). https://www.acc.org/~/media/665AFA1E710B4B3293138D14BE8D1213.pdf

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