Fuente: Historiando
Edgar Gutiérrez Gómez
egutierrez@unah.edu.pe

Los meses de julio y agosto tienen disimiles formas de esencia, con los mismos fines y objetivos. En primer término, tienen cada uno 31 días.


El famoso Julio César se inmortalizó con su nombre, haciendo que el mes de julio llevara 31 días. Y llega Augusto, el emperador con más deseos de gloria que Julio César y reajusta el calendario, así el mes de agosto también lleva 31 días en honor al emperador Augusto. Ocurre lo mismo con los políticos de turno en todas partes del mundo. Inauguran avenidas, barrios, edificios, glorificando su nombre para la inmortalidad.

Esa búsqueda de la trascendencia existencial casi innata en los seres humanos, genera la imperiosa necesidad de desarrollarse en la sociedad. Complemento perfecto para las líneas propuestas por Schopenhauer, la voluntad y el pesimismo. Si él mes de julio pasó veloz como los memes en alusión a un político peruano. Para agosto se vaticina lo mismo, en esencia los días, meses y años pasan rápido. Claro, figurativamente respecto a la ciencia formal. Ese infinito número es de nunca acabar, por ende, la vida continua sin chistar.

Con la información en tiempo real, cada vez que avistas una red social, hay un conocido que falleció. Como toda muerte se alude a la epidemia, la desesperación ocupa aún más a la efímera existencia. Todo parece indicar que la epidemia hará su agosto en nuestro país y el mundo. El ser humano tiene su respectivo proceso evolutivo, siendo normal que mi generación tenga temas actuales de qué dialogar. Es así, que tenemos que ir aceptando que nuestros promos hayan fallecido, estén hospitalizados, que es su quinto día, emergiendo algunos recuerdos borrosos de lo acontecido hace centurias.


Fuente: Historiando

La juventud y la niñez, es ajeno a esos temas y acepta por cultura estos sucesos. Por esa consideración, la sociedad genera arquetipos, inventando estancos para cada grupo etario. Los nonagenarios, vemos a esa juventud: indolente, individualista, irresponsable, irreverente y nociva. Es una concepción errada, pues cada generación hizo su agosto en la etapa que les tocó vivir.


Qué más podemos exigir a la vida, si nos hemos dado el lujo de vivir entre dos siglos, viajes espaciales, interacción virtual, sexting, guerras mundiales, epidemias mundiales, confinamiento obligatorio, planificación sexual, libertad de credo. Bueno, también de otras libertades vetadas por el arcaísmo, pero en el fondo, hacemos nuestro agosto con esa libertad individual que nadie nos lo quita.


En esta epidemia, hicieron su agosto, las entidades orientadas para el quehacer económico en el mundo. Se fue por el retrete, aquella grandiosa idea de solidaridad humana. La deshumanización se apoderó de los médicos, químicas farmacéuticas, entidades financieras, poseedores de las redes de informática; en fin, es un agosto perfecto. Esa idea de hacer tu agosto, símil a la recolección de cosechas en el campo, ahora es un dicho perfecto en forma literal.

La población mundial aproximada es de 7625 millones de personas, de solo pensar que cada uno de ellos usa un par de mascarillas de protección facial e internet. La multiplicación estadística de ganancias económicas, es un buen agosto. El hombre más rico del mundo, tiene una fortuna aproximada de 117.000 millones de dólares. Definitivamente es hacer su agosto, en mundo repleto de hambrientos.   

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