Fuente: El Universal
Cástor Saldaña Sousa
sousa@usal.es

El propósito de este trabajo es tratar de responder a la pregunta sobre cuál es el papel de la mujer Macehualli en la medicina y cuáles fueron sus ámbitos de actuación. Para ir contextualizando este ensayo, diré que “Tianguis” es una palabra náhuatl y con ella hacemos referencia al mercado de los pueblos de Mesoamérica.


Es el centro y motor de las actividades comerciales y de la vida diaria y también es el lugar donde se desarrolla la conducta social. Un lugar de transición en el que se cruzan diferentes pueblos de Mesoamérica, cada cual, con sus variantes en creencias, ideas, valores, dialectos, etc. Este aspecto del mercado podría incluirse en el modelo dinámico expuesto por Litvak en sus estudios sobre la definición de Mesoamérica.

En el mercado encontramos los frutos del barrio, productos caseros, vestimentas, telas, hierbas medicinales, animales, etc. En este mercado y en este tiempo no existía la moneda como valor de cambio, sino que se utilizaba el “trueque”. El trueque es un intercambio entre los productos mismos, el cual era establecido por los mismos vendedores y clientes. Si podemos decir que había objetos con cierto valor.

Un ejemplo de ello son las semillas de cacao, que tenían un valor como dinero de mercancía. Todo este mundo del “Tiangui” pertenecía a una clase social de Mesoamérica: “Macehualli”. Esta clase social se situaba por encima de los esclavos y por debajo de los nobles o “Pipitlin”. Los Macehualli eran los plebeyos, también llamados penitentes. Penitentes no en un sentido de pobreza sino de que tenían que pagar tributos a los nobles.

Los Macehualli poseían tierras y aunque la tierra no era de nadie porque no existía propiedad privada, los frutos si iban a los nobles. Los Macehualli trabajaban una tierra específica, según una división de la tierra en función también de a quién iba destinado el usufructo. Leyendo los textos de Sahagún de “Historia General de las cosas de Nueva España”, vemos que hace una clasificación de la jerarquía social y los diferentes grupos, aunque desde una óptica evangelizadora y occidental, con una visión dual entre lo bueno y lo malo.

En sus textos, podemos ver “en el libro décimo, capítulo XIV, de las condiciones y oficios de las mujeres baxas”, que la mujer Macehualli podía tejer, hilar, coser, guisar y curar. Entrando en el tema que nos ocupa, dentro de este capítulo, Sahagún hace una distinción clara entre lo que es para él “la buena médica y la mala médica”:      


“La médica es buena conocedora de las proiedades de yerbas, raíces, árboles, piedras, y en conocellas tiene mucha experiencia, no ignorando muchos secretos de la medicina. La que es buena médica sabe bien curar a los enfermos, y por el beneficio que las hace casi vuélvelos de la muerte a vida, haciéndoles mejorar o convalecer con las curas que hace. Sabe sangrar, dar la purga o echar melacita y untar el cuerpo, ablandar palpando lo que parece duro en alguna parte del cuerpo y flotarlo con la mano; concertar los huesos; jasar y curar bien las llagas y la gota y el mal de los ojos, y cortar la carnaza dellos. La que es mala médica usa de la hechizeria supersticiosa en su oficio, y tiene pacto con el Demonio, e sabe dar bebedizos con que mata a los hombres. E por no saber bien las curas, en lugar de sanar enferma y empeora, y aun pone en peligro de la vida a los enfermos, y al cabo los mata. Y ansí engaña a las gentes con su hechizería, soplando a los enfermos, atando y desatando sutilmente a los cordeles, mirando en el agua, echando los granos gordos del maíz que suele usar en su superstición, diciendo que por ello entiende y conoce las enfermedades. E para mostrar bien su superstición, da a entender que de los dientes saca gusanos, y de las otras partes del cuerpo, papèl, pedernal, navaja de la tierra, sacando todo lo cual dice que sana a los enfermos, siendo ello falsedad y superstición notoria” (Sahagún, p. 606).


Analizando el discurso desde un punto de vista médico y tratando de tomar la perspectiva de Sahagún, diré que entiende la buena médica como aquella que emplea un método más “científico”, empírico, experimental, ligado a una lógica en la que mediante el uso de diversas plantas o prácticas médicas rudimentarias puede curar al paciente. Hay una interacción y aplicación de diversas plantas sobre el organismo enfermo.

Esta interacción con el organismo hace que modifique su estado para restaurar su equilibrio o estado anterior, causa y efecto. Es decir, es una medicina física. Para ello, la médica debía poseer un conocimiento vasto de las plantas, aceites, raíces, etc., así como de las diferentes afecciones que aquejaban al hombre mesoamericano. Por tanto, debía además conocer el cuerpo humano y la correspondencia entre las diferentes plantas y las diferentes enfermedades y dolores.

A la mala médica, Sahagún la entiende como aquella que, aun empleando diferentes hierbas para sanar, no lo hace de la forma empirista y “científica” que hace la buena médica, sino que sus métodos y recursos están ligados a una fenomenología basada en lo ideológico, religioso y sobrenatural. Aquellas médicas que usan en su clínica y terapéutica conjuros, diálogos con la naturaleza y los dioses, el uso del agua y del maíz para ver las enfermedades, etc., eran malas para Sahagún, pues las clasificaba como hechiceras, brujas, hermanadas con el diablo y lo negativo.

El origen de esta clasificación hay que buscarla en sus propias creencias cristianas, basadas en la idea del cielo y la tierra, del bien y del mal, de dios y el diablo, ya que el evangelizador entiende que toda creencia mágica es producto del diablo. Así, vemos que para Sahagún la buena médica es aquella que usa en sus curaciones un método más fisiológico, mientras que la mala médica se basa más en métodos ideológicos y mágico-religioso.

Sahagún, en el capítulo XXVIII, de las enfermedades del cuerpo humano y de las medicinas contra ellas, describe las diferentes enfermedades que se dan en Mesoamérica. Para cada enfermedad o afección presenta un tratamiento específico y su terapéutica. Esto deja entrever que probablemente habría médicas especializadas en diferentes enfermedades, según quien haya sido su transmisor.

Es decir, médicas dedicadas a curar enfermedades de la cabeza, ojos, oídos, narices, dientes, garganta, pechos, espaldas, estomago, heridas, huesos quebrados, etc. Sin embargo, de las malas médicas no tiene muchos datos recogidos. Al basarse la “mala médica” principalmente en la aplicación de conjuros, podemos deducir que Sahagún no recopiló nada sobre ello por asociarlo con el nahualismo, que del lado evangelizador lo entendía como el peor hechicero. En relación al mercado, en el capítulo XXIV, de los que venden gallinas, huevos, medicinas, describe:


“El que trata en cosas de medicina conoce las yerbas, raíces, árboles, piedras y el Axenso de la tierra, y todas las cosas medicinales que sean raíces, que sean yerbas, como son las que van aquí nombradas: memeyállotl, tlacuacuitlapilli, cuicuitlapile, etcétera, de las cuales se trata en el Libro Onceno. De cada género déstas por sí pónelas en algún petate en el tiángez para venderlas” (Sahagún, p.621).


Fuente: Arqueología Mexicana

Si ya sabemos que el mercado era el lugar donde transcurría la vida social, podemos deducir que las médicas se acercaban a el para comprar sus medicinas, para consultar con otras médicas y personas, intercambiando experiencias sobre sus pacientes y afecciones, dándose probablemente una situación de enseñanza oral acerca de la medicina y la curación. El mercado también sería el lugar para los iniciados o los que quieran iniciarse, todo mediante el contacto y la expresión oral.

Por ello, con esta última frase doy paso a la cura por la palabra, a la sanación mediante la oralidad. Así, podemos hablar de que existía una salud social donde la palabra era la guía principal, no solo como sanadora sino educativa y moralizante. Dado que el mercado era una confluencia de personas de diversos lugares y profesiones, se acercaban también aquellas médicas que usaban sus hierbas, raíces, etc., pero que empleaban métodos sobrenaturales, mediante conjuros, palabras, prácticas adivinatorias y religiosas.

Es probable que en este sentido se mezclaran aquellas médicas que tenían una tradición más fisiológica con aquellas otras que venían de una tradición más ideológica, y como resultado se utilizaran ambos métodos para curar. Con los datos que tenemos podemos entrever que existía una división especializada en la medicina, pero en realidad no sabemos hasta donde podía llegar esa especialización médica.

Seguramente se ejercía en el mercado como consecuencia de los encuentros en los puestos médicos, además de en sus respectivos lugares o allí donde eran llamados para sanar. Sus ámbitos de actuación eran el doméstico, tanto el propio como el ajeno, y el mercado. El ejercicio médico era una profesión que requería salir de la casa, visitar lugares, conocer gente, ser acogido por otros allí donde pasa y donde se le necesita.

Esto lleva a decir que ser médico le otorgaba a uno ciertos privilegios, como ofrecerle comida, aumentar sus conocimientos en los intercambios de relaciones, con lo que seguía especializándose, aprender sobre otros aspectos de la vida, respeto, etc. Comparando los textos de Sahagún con los de Ruiz de Alarcón, vemos que sus documentos son la recopilación de conjuros y fórmulas mágicas para curar.

Hemos de saber que el inquisidor Ruiz de Alarcón escribe en el siglo XVII en una búsqueda del conocimiento indígena. Ruiz no trabajó con los informantes, sino que trató con presos indígenas obligados a hablar por la inquisición. Sus informantes fueron médicos indígenas. Sus conjuros son casi todos pronunciados por médicos y menos de médica. Es probable que ello sea resultado de la captura y prisión.


“El sacerdote los tradujo al español y sirvieron a los cristianos para combatir aquellos procedimientos médicos que ellos creían inspiración del Demonio” (Ruíz de Alarcón, p.143). En los conjuros recopilados por Alarcón, todos están relacionados con esa tradición ideológica, mágico-religiosa y animista, donde hay un mayor peso de la palabra para curar y como vehículo para contactar con los dioses y con los espíritus de la naturaleza, así como con la propia enfermedad o parte afectada.


“XVIII. Para el dolor de muelas
La médica-pues parece que en este caso la informante fue mujer- invoca al tabaco, que aplica sobre las muelas doloridas; llama a las caries; pide después al copal que destruya el dolor y que actúe correctamente. Habla a sus dedos también para que alejen el dolor y pregunta qué impide el funcionamiento correcto (el modo de lograr la vida) de las muelas (maguey mágico, muralla de guerra); toma una gota ardiente de copal y la aplica a la muela.
Dígnate venir, venerable tabaco,
El golpeado contra las piedras en nueve lugares,
El desmenuzado entre las manos en nueve lugares.
Dignaos venir, oscuras caries.
Dignaos venir, mujer como yo, mujer blanca.
Dígnate entrar a perseguir al verde envaramiento.
No vengas a avergonzarte.
No vayas a hacer cualquier cosa.
Sacarás el verde envaramiento.
Que ya quiere dañar a mi ser humano…
Dignaos venir, los de los cinco destinos.
Debemos sacar al verde envaramiento.
¿qué daña el modo de lograr la vida de mi maguey mágico?
Viene a desbaratar la muralla de guerra” (Ruíz de Alarcón, p. 157).

La tradición mágico-religiosa se puede ver en la relación que se da entre la médica y la invocación al tabaco como medio para curar la caries. La palabra se convierte en el vehículo de conexión entre ambos, por lo que se puede deducir que en este contexto saber las palabras adecuadas a la enfermedad y a la naturaleza daba el poder de sanar. La palabra cura en la medida que conecta la enfermedad con el tratamiento terapéutico.

Es probable que hubiera conjuros para las diferentes enfermedades y que fueran llevados a cabo según una especialización médica. O sea que igual que había una especialización médica dentro de la tradición fisiológica es probable que hubiera una especialización médica dentro de la tradición ideológica. Pero lo más probable es que ambas se combinen y se aplique según el caso o la perspectiva de cada médica.

Esta situación es fruto de lo que nombramos al principio, el mercado como lugar de transición y donde se desarrollan las actividades comerciales y la vida social. Así, aunque Sahagún y Alarcón se centran en discursos diferentes según su perspectiva y su marco de enfoque, es probable que los médicos y médicas aplicaban los dos métodos según la situación y la enfermedad: la tradición fisiológica y la tradición ideológica. Ambas complementadas con la palabra.

Referencias bibliográficas:

  • Litvak King, Jaime. (1975). En torno al problema de la definición de Mesoamérica, Vol. 12, N.º 1. Anales de antropología. Revista del Instituto de Investigaciones antropológicas, UNAM.
  • Ruiz de Alarcón, Hernando. “Conjuros Médicos” (1993). En López Austin, Alfredo (Compilación e introducción). Textos de medicina náhuatl (pp. 141-176). Universidad Nacional Autónoma de México. Instituto de Investigaciones Históricas.
  • Sahagún, Fray Bernardino de. Historia general de las cosas de Nueva España. Libro décimo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *