Fuente: El Confidencial
Mirtha Yanina Coronado Cárdenas
miyazul.20.cc@gmail.com

En la actualidad, la humanidad ha ido perdiendo, poco a poco, la esencia de su ser, su naturaleza racional con manejo de su voluntad para hacer el bien.


Ello se manifiesta, en la mayoría de noticias que se publican mediante los diversos medios de comunicación, en las cuales nos muestran a un ser deshumanizado, a veces metamorfoseado. De manera que, al ver esta cruel realidad, surgen una serie de interrogantes: ¿acaso la situación de vernos perseguidos por la muerte día a día, hora a hora o, tal vez, minuto a minuto, no es razón suficiente para dar un giro de 180° en nuestra vida, cambiar nuestros malos hábitos y procurar ser personas distintas?,

¿debemos esperar ser infectados o estar al borde de la muerte para recién retractarnos de lo que hicimos o aún estamos haciendo en contra de nuestro semejantes?, ¿dónde quedó el raciocinio del ser humano?, ¿será correcto que viendo tanta gente morir a nuestro alrededor sigamos comportándonos tan egoísta y cruelmente?, ¿será posible que viendo tanta gente necesitada se estén llenando los bolsillos, fraudulentamente y a costa de todo?, ¿será normal ver a tanta gente sufrir y verla como si nada pasara, como si en vez de corazón tuvieras piedra?, ¿estará bien que en estos momentos de incertidumbre todavía se esté manifestando rasgos racistas?, ¿será el momento oportuno para conflictos bélicos por distintas circunstancias?, entre otras que, de seguro, no será fácil responder.


Todo lo antes mencionado, refleja la crisis humanitaria en la que, a nivel mundial, el ser humano va cayendo, sea por su individualismo y egoísmo instaurado por el sistema capitalista con el cual convive; sea por la mala orientación en valores brindada desde la infancia por los padres o personas encargadas de educarlo y orientarlo; sea porque la sociedad actual se ha encargado de deshumanizarlo, creando un ser lleno de antivalores.


No obstante, considero que, en estos momentos, en que la muerte nos va pisando los talones, llevando en la mano la guadaña y acompañada de su letal confidente pandémico, el ser humano debe darse un tiempo para reflexionar voluntaria y conscientemente, sobre todo aquellos hombres, que de una u otra forma, detentan el poder, ya sea por asumir cargos de la gestión pública o laborar como funcionarios en las diversas instituciones u organizaciones públicas y privadas de nuestro país.

En conclusión, es momento oportuno para que el hombre, en palabras de León Tolstoi, comprenda que su bienestar solo será posible cuando reconozca y muestre empatía para con sus semejantes, sin excepción de ningún tipo. Es hora de renunciar a los intereses individuales y velar por los comunes, desarrollar la conciencia individual y social reflexionando acerca de lo que está sucediendo en nuestro país y qué estamos haciendo frente a ello.

Todos debemos enfrentar la crisis actual, de manera que, como sociedad concibamos un sentido de unidad, respeto a los demás y orientación hacia el desarrollo, apostando al cambio de la realidad nacional, que conforme pasan los días se va empeorando, todo en beneficio de la raza humana.

Un comentario en «La peor crisis»

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