Fuente: El Confidencial
Roly Auccatoma Tinco
rauccatoma@unah.edu.pe

El poder siempre es vertical y legaliza su verdad absoluta, es más, matará a todos los que contradigan sus dogmas. Los amos que detentan el poder, a lo largo de la historia, criminalizaron política, religiosa y legalmente a los librepensadores que fueron sometidos a crueldades. Así como Galeano afirma: “La justicia es como las serpientes: sólo muerde a los descalzos” (2000, p. 50).


La historia siempre la escriben los ganadores; por ejemplo, los cristianos sin poder fueron perseguidos y torturados, pero cuando capturaron el poder se transformaron en dogmáticos y verdugos de los hombres librepensadores.

Una de las tantas víctimas de los cristianos dogmáticos fue William Tyndale, un gran intelectual y poliglota que tradujo la Biblia a la lengua inglesa, con el fin de que la lectura de la palabra de Dios sea para todos; este acto, el poder lo condenaba con la muerte. Tyndale, un librepensador que criticó al poder de la iglesia, fue declarado hereje y, precisamente antes de que lo estrangularan y quemaran, dijo: “¡Señor, ábrele los ojos al rey de Inglaterra!”.

 “Tyndale (…) fue degradado del sacerdocio y entregado a las autoridades seculares para su castigo, es decir, ardiendo en la hoguera (…). En el caso de un sacerdote (…) el aceite de la unción fue simbólicamente raspado de sus manos, el pan y el vino de la misa fueron quitados y las vestiduras ceremonialmente despojadas. William Tyndale, sufriendo esto, ya no era un sacerdote, encontraría al oficial secular esperando para recibirlo”. (Lanero 2007, p. 125)


Los cristianos que invocan la Biblia condenaron como hereje a Tyndale y lo ataron a la viga, tanto una cadena de hierro como una cuerda se colocaron alrededor de su cuello. Se agregó pólvora al cepillo y a los troncos; después, a la señal de un funcionario local, el verdugo, de pie detrás de Tyndale, apretó rápidamente la soga, estrangulándolo.

Fuente: Prospect Magazine

Finalmente, el funcionario tomó una antorcha encendida y se la dio al verdugo, quien prendió fuego a la madera; el crimen fue político y religioso porque se mató de manera atroz.

Por otro lado, en la película de Stanley Kramer ¿Vencedores o vencidos? o El juicio de Nuremberg (1961), los jueces nazis sentenciaron, con sus leyes, a millones de seres humanos, quienes fueron condenados por los ganadores. Uno de ellos dijo:

“Voy a decir la verdad. Voy a decir la verdad, aunque se conjure contra ella el mundo entero. Voy a decir la verdad sobre el ministro de justicia. Un anciano que ahora llora sobre su Biblia. Un anciano que se aprovechó de las posesiones confiscadas a los que mandó a los campos de concentración. Friedrich Ostetert, el buen alemán que sabía cómo cumplir las órdenes. Hizo esterilizar hombres con la misma facilidad de quien levanta un dedo. Emil Hahn, abyecto y corrompido, obsesionado por el diablo que llevaba dentro. Y Ernst Janning. El peor de todos ellos porque sabía lo que eran y no obstante siguió a su lado. Ernst Janning que convirtió su vida en podredumbre porque permaneció con ellos”.

En fin, el poder legaliza sus actos y el juez burócrata mata desde su escritorio, él mata y encarcela en nombre de Dios, pueblo, democracia, etc., como dice Eduardo Maradei en su tango Volvamos a empezar: Con sombras de cárcel lavé mi pecado/ Si acaso la cárcel lo puede lavar/ Los jueces de mármol nunca comprendieron/ Que a veces la vida te obliga a matar.

Bibliografía:

LANERO, J.J. (2007) Historia de un traductor, prologuista y anotador: Tyndale y los primeros pasos de la biblia en inglés. Universidad de León.

 

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