Fuente: Andina
José Luis Escobar Morán

Pasamos los cien días de encierro, de confinamiento forzado para evitar que la pandemia mundial se expanda en nuestro País.


Sin embargo, por las cifras que diariamente presenta el Ministerio de salud, ese confinamiento fue inútil para los fines que se propuso. Nos culpan a nosotros de ser irresponsables y poco solidarios, por no dejarnos morir de hambre o de lo que sea en nuestras casas.

En esta tragedia, un papel central lo juega la Organización Mundial de la Salud, OMS. Dictó a todos los países normas y métodos comunes, sin considerar que los países en este mundo, podemos ser ecuatoriales, tropicales o gélidos; condiciones que determinan las formas de comportamiento de cualquier virus. Incluso, en países con una orografía como el nuestro, cuyas alturas definen climas diferentes. Impidieron que cada uno, con sus propios sistemas sanitarios contextualizara la atención al virus.


Por otro lado, las diferencias se dan también en esos sistemas sanitarios, en las condiciones de nutrición de las diferentes poblaciones y en la calidad de gobernantes. Estos tuvieron que contextualizar las medidas de la OMS y no aplicarlas, solo por que lo dijo esa institución. Los resultados los estamos viendo y sufriendo.


Pero, si como en el caso del Perú, ni siquiera conocen a la población que gobiernan; porque, además, no gobiernan para esa población, entonces esta y sus males son un pretexto para transferir los dineros del estado y sus bienes, a sus verdaderos mandantes, como cada día podemos comprobar.


Fuente: Télam

La respuesta, realista y efectiva las comenzamos a ver en algunas poblaciones rurales, minúsculas y desesperadas, pero efectivas. Se han comenzado a implementar medidas comunitarias de control del virus, a diferencia de los impuestos por el gobierno, no se aísla al sano, sino al enfermo; como siempre fue; por ello, no se afecta a la economía ni al futuro de la población y la organización social se fortalece, por la necesidad y eficacia de las medidas que adoptan. No hay médicos, tampoco policías, pero si mucho tino y formas de articulación eficientes.

Cada día es mas evidente el protagonismo de las organizaciones sociales en las respuestas satisfactorias a la pandemia; desde Vietnam, gobernada por su partido Comunista, con un sistema jerárquico piramidal; hasta el libérrimo Uruguay donde todo no pasó de recomendaciones muy generales a la población y el cierre de fronteras. Lo que tienen en común ambos países, es que aislaron a los enfermos, vigilaron a los posibles contagiados y tomaron medidas, para que no se afecten a sus respectivas economías.

Nosotros hicimos justamente lo contrario, encerramos a los sanos, mandamos a los enfermos a sus casas para que propaguen el virus y obligamos a parar todo el movimiento económico. El resultado lo tenemos a la vista: miles de muertos, cientos de miles de contagiados, en un espiral siniestro cuyo final no se avizora. Los mensajes diarios del gobierno, anuncian una “meseta” que debería estar al final del túnel. Este, en el que ha metido con sus desaciertos, al parecer es infinito.

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