Rene Antonio Hinojosa Benavides

Sin mascarillas ni guantes rebuscan las malolientes bolsas de plástico, sabiendo que el coronavirus puede estar en esas tapas de las botellas de plástico que deben aplastar para sacarles el aire junto con la saliva de quién sabe quién, y amontonarlas en su triciclo,


y con un poco de miedo que circula lentamente, como la cadena que avanza en cada movimiento al echar andar el engranaje de los pedales, bajando la guardia obligadamente, porque antes que morir de hambre es preferible vivir de la basura.

El hambre es cobarde, pero más la persona que lo soporta. Patricia, una recicladora que mientras revisa en las bolsas de colores sin detenerse, comenta que todo el mundo está pensando en el coronavirus, pero ella centra su preocupación en el hambre y el desempleo, y aunque no le gusta lo que hace para vivir, reconoce que ello le permite ganar al menos treinta soles diarios en promedio.

Metros más allá Silverio, su compañero asevera: <<No podemos cruzarnos de brazos sin nada de comida y sin nada de bebida, desde hace cinco años me dedico a esto en medio de la lluvia, el frío y todo lo demás.

Hace siete años perdí mi trabajo y comencé a moverme por el mercado central de Lima, como cargador, pero luego tuve que meterme a los botes de basura en búsqueda de algo para reciclar, con la seguridad de que se va a encontrar algo para vender y tener para comer, con el riesgo de encontrar también restos indeseables como frutas fermentadas, pedazos de vidrio, jeringas de drogadictos o de pacientes de hospital; a eso siempre estuvimos expuestos desde antes del coronavirus>>. 


Solo Silverio y su esposa saben lo que les ha tocado vivir estos últimos años, desde cuando decidió recoger basura para sostener la casa conjuntamente con los gastos de agua, luz y otros gastos como de salud para ambos.


Fuente: EL PAÍS

En otro espacio cercano, Esmeralda y su pequeña hija de doce años de edad, dice: <<Tengo más de once años haciendo esto>>», y aunque también le tiene pánico al coronavirus, igual tiene que salir aún en pleno confinamiento. Nos cuenta que en medio de estos residuos sólidos debe recuperar los botes de cerveza y gaseosa que se encuentran junto a papel higiénico con excremento, orina y fluidos nasales; así como también muchas toallas sanitarias con sangre depositada en éstas >>.

Sin protección alguna, madre e hija siguen levantando residuos para colocarlos en su triciclo. <<Si nos da miedo de contagiarnos con esos papeles con moco, pero, ¿de qué más vamos a vivir?, si con esta labor consigo unos cuarenta soles diarios para poder dar de comer a mis dos hijos, mi pequeña aquí presente que casi nunca viene, y mi niño de catorce que a veces me ayuda, pero ahorita como anda malito de la garganta se encuentra en casa>>.

Tomen en cuenta señores candidatos nuestros particulares factores económicos y sociales dentro de las medidas preventivas contra el SARS-CoV-2, pues las decisiones que se toman en los países desarrollados no pueden ser implementadas aquí en donde más de la mitad de la población permanece en la pobreza extrema. 

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