Rosa Cecilia González Ríos
rgonzalez@unah.edu.pe

Nuestro país multicultural, Perú, un destino turístico que antes de la pandemia mundial era considerado uno de los infaltables destinos para mercados europeos y asiáticos,


lleno de tradiciones, con una exquisita y laureada gastronomía, de reservas naturales, con 12 patrimonios mundiales reconocidos por Unesco y poseedora de 84 de las 117 zonas de vida que existen en el mundo. Machu Picchu, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1983 resaltando su importancia por ser parte de un conjunto cultural y ecológico, reconocido como un área natural protegida en la categoría de


Santuario Histórico por el Sistema Nacional de Áreas Protegidas por el Estado (SERNANP), elegida el 7 de julio de 2007 como una de las 7 Maravillas del Mundo Moderno; estas fueron elegidas por más de 100 millones de personas de todo el mundo, a través de una votación abierta por Internet; las maravillas se dieron a conocer en orden aleatorio por la New Open World Corporation (NOWC).


Una visita a éste paraje sagrado, permite descubrir la perfección del Imperio Incaico pudiendo llegar a bordo de trenes de lujo que recorren impresionantes paisajes de montañas surcadas por coloridos poblados andinos, un lugar maravilloso imperdible en las bitácoras de los viajeros y turistas. Para el sector turístico representa un porcentaje considerable en los ingresos económicos y en la cadena de valor genera 30 mil puestos de trabajo directa o indirectamente.


Fuente: Santuario histórico de Machu Picchu

Sin embargo, debido al impacto negativo generado luego de las paralizaciones y estados de emergencia, definitivamente necesarias para mitigar el aumento de los contagios que tantas vidas ha cobrado hasta el momento; ha dejado secuelas económicas, las Mypes que en su mayoría no han accedido a ninguna clase de apoyo, bonos o subsidios por parte del gobierno, las deudas siguen creciendo por no existir medidas, políticas ni decretos paliativos al respecto.

Entre tanto, se avizora la ejecución de cada una de las fases de activación establecidas por el gobierno, entre las cuales Machu Picchu está considerada para la reapertura de visitas, resulta contraproducente para los pobladores del distrito realizar dichas acciones cuando no se han implementado los planes de contingencia para el COVID-19 y la obra para la construcción de su centro de salud se quedó paralizada, por ello, los pobladores y autoridades distritales hacen sentir su voz de protesta al sentirse expuestos al peligro ya que no se consideran preparados para el alto tránsito de personas foráneas siendo un riesgo a nivel local. Teniendo en cuenta que es un lugar que no ha registrado casos confirmados del virus.

Si algo debemos aprender en estos tiempos, es a salvaguardar vidas mediante la protección constante debiendo contarse con recursos eficientes y medidas competentes, resulta justificada la reacción local en este caso, por no contar con una ambulancia para cualquier emergencia, así como la dotación de pruebas de descarte y la asignación de puestos de triaje en los principales puntos de acceso al distrito. Aún hay mucho pan por rebanar.

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