Fuente: Repositorio de Educación
Edgar Gutiérrez Gómez
egutierrez@unah.edu.pe

El latinizado licentiare en tiempos actuales, es una palabra embrujada para promotores y rectores que hipotecaron “algo” en su campaña electoral hacia el rectorado.


En el colmo de la desfachatez, algunos manifiestan que ostentan el cargo a solicitud de otro ¡Qué tal facha! Los sueldillos que perciben son envidiables, a comparación de los que se fajan en el llano. Claro, el que puede, puede. Todos son los llamados, pocos los escogidos. En este escenario, concluyó el proceso de licenciamiento de las universidades en el Perú. Aquellos que superaron la valla son licenciados. Las primeras universidades licenciadas; publicaron orgullosos sus resoluciones de licenciamiento ¡Caracoles! Se viene la noche a muchos de ellos; porque, serán los primeros en evaluarse en la siguiente etapa.

Las autoridades universitarias nada pueden hacer con sus sueldillos de 25 mil soles mensuales; yo, con eso estaría pensando seriamente en realizarme la orquiectomía estética. El trabajo en equipo y la horizontalidad podría ser la clave del éxito institucional. La competencia académica dentro de la contradicción no antagónica, genera desarrollo.

Los que ostentan cargos de rectoría de las universidades licenciadas, deberían ser prototipos a seguir para la masa en categoría de auxiliar, asociado y principal y que el “sueldazo” que perciben, debería ir relacionado con una vasta producción científica. Como la política es un espacio de venusterio, el que persigue logra ubicarse a la cabeza de una institución académica; aun sin credenciales científicas que lo acrediten.

PUBLICADO EN EL DIARIO CORREO

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