Fuente: Psicología y Mente
Roly Auccatoma Tinco
rauccatoma@unah.edu.pe

Kant en su obra Crítica de la razón práctica, afirma que: “Dos cosas llenan mi ánimo de creciente admiración y respeto a medida que pienso y profundizo en ellas: el cielo estrellado sobre mí y la ley moral dentro de mí.” (1977, p. 171).


Se ocupa de la política como la plena realización del sujeto práctico-moral en un progreso histórico con sentido ético para el establecimiento de un “Estado de paz”. Los miembros de la sociedad civil son los ciudadanos que tienen libertad legal, igualdad civil e independencia civil, pudiendo ser miembros activos o pasivos.

Según Fazio (2006, p.100-101), Kant dedicó sus últimos años de vida a la filosofía política y a la filosofía de la historia, mostrando su entusiasmo con la Revolución francesa, de la cual condenará sus excesos violentos.

Para Kant, el Estado es como la unión de un mayor o menor número de personas bajo la acción del derecho, con lo que presenta al Estado como una organización puramente jurídica. El Estado tiene como fin, no la felicidad de los ciudadanos, sino el triunfo de la idea del derecho. La creación del Estado es una demanda del imperativo categórico. Por tanto, la organización del Estado es el resultado de un convenio, en virtud del cual todos y cada uno renuncian a la libertad natural, a fin de gozar de esta en su calidad de miembro del Estado.


Se puede decir que Kant coincide con Rousseau en afirmar que la soberanía pertenece solamente al pueblo. Sin embargo, en contradicción con su fórmula del imperativo categórico, propone conceder derechos políticos, no a todos los ciudadanos, sino solamente a los “activos”.


Fuente: Eurasia Hoy

Llegando a incorporar a los obreros, a las mujeres a los sirvientes y, en general, a todos los que se ven obligados a buscar sus medios de subsistencia ejecutando las órdenes de otros, entre los ciudadanos “pasivos”.

Del mismo modo, Pokrovski y Otros (1966, p.294), afirman que este filósofo coloca dos signos para la clasificación de las formas de gobierno: Es significativo que Kant haya estimado la autocracia (monarquía absoluta) como la mejor forma por su simplicidad, y a la democracia como la peor y la más complicada. Aun cuando la monarquía absoluta manifiesta la tendencia a degenerar en un despotismo, sin embargo, un rey con un “alma grande puede”, así lo asegura Kant, “refrenarse por la justicia”, y gobernar el país sobre la base del derecho, guiándose estrictamente por los principios de la legalidad.

Por último, el Estado da a la propiedad privada una fuerza legal, aunque no puede disponer de esta; de lo contrario, podría apoderarse de toda la propiedad y, de esta manera, anularla. El poder del Estado solo puede imponer tributos a toda la propiedad privada y protegerla. La defensa de la propiedad es llevada a cabo por la policía entre cuyos deberes figura no solamente la salvaguardia de la seguridad pública, sino también el de vigilar por la felicidad social hasta los umbrales mismos del domicilio. Es decir, Kant es defensor de la propiedad privada de los grandes capitalistas.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *