Roly Auccatoma Tinco
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“… que no hay potencia en la tierra que pueda serle comparada”. (Job) “El hombre es un lobo para el hombre” (Hobbes)


Thomás Hobbes no creía en la teoría sobre el origen divino de la sociedad y defendió la teoría del contrato social. Consideraba como mejor forma de Estado la monarquía absoluta, pero en numerosas aclaraciones y salvedades dejaba lugar, en esencia, los principios revolucionarios.

Para Hobbes, el Estado es el poderoso, se llama Leviatán porque es el nombre de una de las bestias monstruosas y enormes que figuran en la mitología de la Biblia, la cual domina y se come a todos. También, considerará al Estado como un acuerdo natural entre los poderosos o gobernantes y los súbditos, beneficiando a ambos. El estado de naturaleza es anterior a la organización social, es la “guerra de todos contra todos”.

Cuando el hombre se da cuenta que no puede seguir viviendo en un estado de guerra continua, surge la ley de naturaleza que limita al hombre de realizar algún acto que atente contra su vida o la de los otros; entonces cada hombre renuncia o transfiere su derecho a un poder absoluto que le garantice el estado de paz.


El contrato social es, entonces, un compromiso común a través del cual todos renuncian a sus derechos, al mismo tiempo. Por tanto, si el Estado no garantiza la paz y la vida, el ordenamiento jurídico-político carece de legitimidad y la comunidad política puede resistirse.


Fuente: Seres Mitológicos y Fantásticos

Al respecto, Chevallier (1981: 56), afirma respecto al hombre artificial o el Estado Leviatán: “La voluntad, el arte, el artificio, desempeña un papel central en el sistema de Hobbes. Para Aristóteles, el hombre era naturalmente sociable, naturalmente ciudadano (animal político); la sociedad política era un hecho natural. Tonterías, replica Hobbes; la Naturaleza no ha puesto en el hombre el instinto de sociabilidad; el hombre no busca compañeros sino por interés, por necesidad; la sociedad política es el fruto artificial de un pacto voluntario, de un cálculo interesado”.

Por su parte, Fazio (2006: 63) manifiesta: “(…), todo hombre, en el estado de naturaleza, tiene derecho a todas las cosas: la naturaleza ha dado todo a todos. Este hecho es la causa de un estado de guerra generalizado entre los hombres, quienes, impulsados por su(s) instintos, exigen para sí mismos la totalidad de los bienes de la naturaleza. Se trata de la guerra de todos contra todos. Se crea así un estado de contradicción del hombre consigo mismo y con los demás, en el sentido que el derecho universal de un individuo va contra el mismo derecho de otro. Por eso, el hombre es un lobo para el hombre, el individuo se transforma en el enemigo declarado de los demás”.

En fin, el Leviatán es poderoso y todos hemos depositado nuestra libertad a él, ya que tenemos miedo a morir, porque el hombre es un lobo, es un infierno que nos puede matar; entonces, el hombre no es un angelito. Todos escondemos el demonio, al Hyde que llevamos dentro, como en la obra El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, de Robert Louis Stevenson.

Referencia bibliográfica:

CHEVALLIER, J. J. (1981). Los grandes textos políticos. Madrid. 7ma edición español.

FAZIO, M. (2006). Historia de las ideas contemporáneas. Una lectura del proceso de secularización. Madrid: Ediciones RIALP.

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