Uriel Rigoberto Quispe Quezada
uquispe@unah.edu.pe

Hasta qué punto en las organizaciones no poseen la capacidad de virar en sus estrategias, ese es una reflexión que en muchas de ellas se preguntan a la hora de presentarse múltiples dificultades y registrar malos resultados.

La gran mayoría de las organizaciones están acostumbradas a seguir operando mecánicamente sin rumbo definido en sus estrategias de negocio y en muchos de los casos no existe esa claridad que les permita reorientar y afrontar con decisión esas dificultades. En muchos de los casos se cumpliría la afirmación que promueve Philip Kotler “Quien tiene buena reputación sigue haciendo más de lo mismo, por inercia. Al final solo una crisis o una pérdida de cuota le hace examinar qué ocurre de verdad”.

Las razones evidentemente son múltiples, en primera instancia pasaran por el tema de tener una mentalidad cerrada por quienes lideran las organizaciones, por el no entendimiento de la dinamicidad con el que se mueve en el mundo empresarial, la carencia de contar con la información clara y precisa que conlleve a tomar decisiones oportunas, analizar continuamente las variables que se presentan en el entorno.


La eternidad de poder que no permite la sucesión de generaciones más proactivas y preparadas al cambio, a nivel interno se presentará la falta de una coherencia en la agilidad de procesos, la burocracia en sí misma, carencia de una cultura organizacional que la permita alcanzar mayor productividad, y entre otros aspectos.


Fuente: Globalbit

No obstante, será fundamental reconocer e interiorizar en primera instancia que se estuvo haciendo mal que conllevó a que las organizaciones no muestren estos resultados, a partir de ella se debe enfocar a tomar decisiones drásticas virando hacia un nuevo escenario con una actitud de cambio y compromiso a poder realizarla. Estas decisiones deberán tomar las personas que conducen las organizaciones utilizando en forma eficiente sus recursos conducentes a cumplir con las políticas y metas delineadas.

La labor fundamental de la alta dirección deberá consistir en poder influenciar estas estrategias hacia los miembros de la organización y lograr el compromiso de todos los integrantes que a través de sus espacios deba contribuir y estar compenetrado con las estrategias para el logro de los objetivos.

Otro de los puntos importantes habrá dejado la experiencia ganada al margen de los malos resultados, esto permitirá tener una base de no incurrir nuevamente en ese camino, sino por el contrario sacarle el máximo provecho y estarán en ventaja sobre muchos.

Cualquier estrategia que se plantee amerita correr el riesgo y es la labor de la alta gerencia en buscar continuamente información del entorno y el comportamiento interno que les permita tomar decisiones con efectividad y minimizar los riesgos.

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