Ítalo Quispe Pérez

“El voto crítico es un accidente que sobreviene por causa de la voluntad del sujeto que se informa y que es capaz de pensar y comunicar su pensamiento desde un locus no identificable con sus necesidades particulares.”



En el Perú, ha habido 69 accesos a la presidencia (dato dudoso si acaso queremos contar o no a las presidencias fugaces de Mercedes Araoz y Manuel Merino). De los 69, un 41% de los accesos fue por golde de Estado y un 22% fue por elección del Congreso. Con esto, se hace un total de 63% de veces en que la población no eligió presidente.

A esto agreguemos que, según un estudio del JNE de 2014 y repetido en 2017 (Fuente), el 66% de los electores en el Perú decide su voto entre los siete días antes de la elección (44%) y la hora previa antes de terminar su cola de ingreso a la mesa de sufragio (22%).

Además, diversas investigaciones han mostrado lo que todos sospechamos, que la televisión y su capacidad para exponer ciertas partes del espectro político influyen de gran manera en el electorado (Fuente). En la actualidad más cercana, sin duda, las redes sociales tienen esta capacidad porque son creadoras de “tendencias” (reales o pagadas, por supuesto). El sustrato es el mismo: a más presupuesto, mayor exposición y, por tanto, mayor cantidad de votos.

Hoy, no queremos analizar ningún candidato o partido, sino conversar sobre qué se podría tomar en cuenta al momento de elegir.


El voto crítico es difícil de lograr en nuestro país, porque es un accidente que sobreviene, no por causas naturales, sino por causa de la voluntad del sujeto que se informa y que es capaz de pensar y comunicar su pensamiento desde un locus no identificable con sus necesidades particulares, sino con una voluntad que puede pensar en fines colectivos (que no es lo mismo que fines familiares, grupales o de clanes).


Fuente: El Peruano

Este puede ser el criterio máximo para comprometernos como ciudadanos con una elección, y puede presentar algunas dimensiones que detallamos, sin agotar todas las posibilidades.

Primer criterio: plan de gobierno consistente. En todo proyecto existen objetivos. Sin embargo, algunas propuestas de todos los candidatos pueden parecernos irreales ¿cómo lo evaluamos? Junto a los objetivos del plan de gobierno deben aparecer metas, es decir, la dimensión empírica de los objetivos. El plan será consistente si presenta criterios para evaluar logros, pero sobre todo, deben aparecer acciones o actividades que indiquen cómo se logrará el objetivo. [Si solo se cumple con este criterio, sería un candidato insuficiente]

Segundo criterio: partido gestor. A espaldas de la foto del candidato o candidata se encuentra el partido (o los partidos, de tratarse de una alianza). Un partido o alianza es gestor si muestra que sus miembros reconocen intereses comunes que los unifican; mientras que no ocurrirá así al aparecer disputas por cuotas de poder. También hay un segundo indicador histórico, pues debemos listar qué acciones ejecutó antes tal o cual partido y qué repercusiones positivas o negativas propiciaron. [Si cumple con el anterior criterio y este, sería un candidato básico]

Tercer criterio: candidato líder. Individualmente, el candidato ha de presentar preparación y nivel intelectual, pues gobernar no es solo ejecutar, sino pensar. También cuenta su experiencia profesional y su trayectoria política. En tercer lugar, sus acciones y sus logros. Como parte de un colectivo, ha de ser líder de un equipo reconocible, que no trabaja entre las sombras, de modo que sea líder con firmeza y convicción a pesar de ser conciliador. También, sobre todo, hay que evaluar sus nexos y compromisos personales e institucionales. [Si cumple con estos tres criterios, sería un candidato aceptable]

Cuarto criterio: interés general. Este último criterio no es observable, se trata de una evaluación del conjunto de modo que este aparezca como si presentara intereses generales; es decir, propuestas, candidato y equipo que podrían hacerse cargo, a nuestro parecer, de la mayor cantidad posible de problemas en nuestra nación. Lo contrario sería que el conjunto apareciera como el vil intento de hacer primar intereses particulares y colectivos abiertamente en contra del Estado. [Si cumple con los cuatro criterios, sería un candidato ejemplar]

En conjunto, los cuatro criterios permiten al sujeto, razonablemente, comprometerse con una decisión. Este compromiso con los criterios permite asumir que se está dispuesto a reconocer el momento en que un elegido presidente los injurie. De ese modo, se estará dispuesto también a salir a las calles, otra vez, no porque ya no me “conviene” individual o colectivamente, sino porque atentó contra los fines generales por los cuales se lo eligió.

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