Roly
Roly Auccatoma Tinco

Hablar del Absoluto es muy complejo, ya que como lo afirman los teólogos Dios tiene tres caracteres unidos: poder, saber y amor; es decir, es todopoderoso, pues todo lo ve, todo lo sabe y tiene un amor infinito hacia toda su creación, así lo conciben la mayoría de las personas. Podemos decir que Dios es un ente infinito, es lo que es en sí y por sí se concibe; es un absoluto o, mejor dicho, el Absoluto; es el principio del universo, el primer motor, la causa primera, etc.


En el siglo XIX, Nietzsche, en el tercer libro de La gaya ciencia (1882), manifiesta que un loco anuncia que “Dios ha muerto”, es decir, Dios es nihil (nada), dando lugar a una filosofía direccionada a la vida, la voluntad de poder y el superhombre. Sin embargo, en el siglo XXI, ese Dios muerto resucita y no es neutral, pues está con occidente y no con los islámicos, tal como George W. Bush manifiesta “Sabemos que Dios no es neutral”, en su discurso del capitolio Washington, el 21 de septiembre de 2001. Asimismo, el 10 de septiembre de 2006, el santo padre, Papa Benedicto XVI, en su homilía realizada en la Explanada de la Nueva Feria de Munich, menciona que Dios nos habla, pero los hombres estamos sordos. Así, toda búsqueda metafísica ha terminado.

Por ello, se podría considerar que Nietzsche tenía razón cuando decía que Dios ha muerto, puesto que desacralizando completamente su nombre se han cometido atrocidades, se profetiza el futuro y se realizan todo tipo de chácharas. Sin embargo, Dios no está ausente para la mayoría de los hombres, por el contrario, está presente como nunca; se anda con él y solo es cuestión de tener fe para escucharlo, así muy pocos se angustian ante su silencio. Esta angustia surge al no poder explicar la inmensidad del cosmos, la perfección de la naturaleza, el infinito del tiempo y el futuro que siempre será incierto.

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No obstante, Dios nos importa tanto, aunque parece que nada le importamos porque es un ser perfecto, tal vez su perfección está igualada a su hostilidad, es decir Dios está más allá del bien y del mal. Ello se manifiesta en una escena de la película “Alíen, el octavo pasajero” cuando el androide dice: “Aún no habéis comprendido a qué os enfrentáis. Un perfecto organismo. Su perfección estructural sólo está igualada por su hostilidad. Yo admiro su pureza, es un superviviente al que no afecta la conciencia, los remordimientos ni las fantasías de moralidad… No tenéis ninguna posibilidad, pero… contáis con mi simpatía.”


De este modo, se producen acciones inexplicables en la vida de los hombres, ello se muestra en la escena “Hágame una bisagra” de la película La lista de Schindler (1993),


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Por lo tanto, la mayoría de la gente cree en un Dios benefactor, es decir lo divino no vendrá al final de la historia, sino que está entrando por la rendija de esta. De este modo, se producen acciones inexplicables en la vida de los hombres, ello se muestra en la escena “Hágame una bisagra” de la película La lista de Schindler (1993), donde el luger nazi no funciona, la técnica de la ciencia no hace fuego, y se produce un milagro que salva vida.

En conclusión, el hombre no podrá matar a Dios ni podrá sacarlo de su vida, aunque se diga con certeza que no interviene en la historia humana; asimismo, su ausencia es intolerable porque estar completamente solo es insoportable, pues la nada es imposible de pensar. ¿Dónde está Dios mientras el coronavirus ataca a la humanidad?

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