Fuente: El Español
José Luis Escobar Morán

Desde la década del 60, luego del debate de Tubinga, conocido también como El Gran Debate del Positivismo Alemán, entre Karl Popper y Theodor Adorno, en el que terció también Jürgen Habermas.


Lo empírico ha sido excluido del campo científico, tal como sostuvo Popper y el Círculo de Viena, al postular un solo método, el experimental y matemático, para todas las ciencias; dejando de lado los criterios de verdad que son los que sirvieron tradicionalmente para validar los enunciados empíricos.

El esfuerzo de los estudiosos de los fenómenos sociales para dotarse de un método que permita esa escurridísima validación, es hasta ahora infructuoso, a pesar de todas las secuencias estadísticas que incluyen en los resultados de sus investigaciones; al final, son los “criterios de verdad” los que definen su validez. Sin embargo, no son replicables; pues, estos criterios, dependen de las percepciones, siempre diferentes según el lugar y el tiempo en que se aplican.

Es por eso que se cuestiona el adjetivo de “conocimiento” a los enunciados empíricos, pues no son lo mismo en dos puntos distinto del globo que habitamos; algunos preferimos llamarlos “saberes” y de alguna forma es ya un uso común, desde siempre, llamamos saberes “ancestrales” o “adquiridos” a las percepciones empíricas de la población, según la temporalidad que les demos.


Filósofos del Círculo de Viena

Más allá del uso del cuestionable vocablo “verdad”, dos criterios son fundamentales en la validación empírica, el primero la tradición, aceptamos que es “verdad” aquellos que todos aceptan que lo es, no importa lo lógico de la afirmación, es siempre axiomática. La otra, es la “autoridad”, aceptamos la certeza de una afirmación porque quien lo afirma goza de alguna estimación o prestigio, e igual se hace axiomática, por quien lo dice.


Lo peligroso de esta “verdad” por autoridad, es que nos puede llevar a pasar por lo que estamos pasando: el gobierno peruano, basándose en la “autoridad” de la Organización Mundial de Salud, OMS, nos obliga a todos a encerrarnos y manda a su casa a aquellos que habían adquirido un virus sumamente contagioso, me imagino para que se infecte con mayor facilidad a la población. Definiendo políticas de salud pública erráticas, condicionadas por el desastroso sistema de sanitario que padecemos.


En este caso, lo científico hubiera sido aislar a los primeros casos identificados y a todas las personas con las que mantuvieron contacto, probablemente algo más de doscientas personas y hubiéramos evitado la hecatombe que ahora lamentamos. Lo afirmado es científico, por que es una experiencia exitosa, aplicada en otras pandemias como la reciente “gripe aviar”, que se controló en sus inicios y ahí quedó.

Sin embargo, nada de lo escrito en las líneas que anteceden, pretende ser peyorativo para las ciencias sociales y sus investigaciones empíricas. Cada forma de aprehender el mundo, tiene su propio espacio y confundirlos puede ser mortal, como vemos; aunque esta confusión sea interesada, a juzgar por la forma como han actuado los buitres de los empresarios de la salud y los beneficios otorgados a la gran empresa.       

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