Posee sus derechos y deberes; por lo tanto, es consciente de los derechos y deberes que algunas prerrogativas exigen. Como ciudadano asiduo visitante de la Provincia de Huanta por razones de trabajo, he pasado muchos años disfrutando de lo que su naturaleza y sociedad ofrecen. Los guardianes (alcalde) de la administración pública de la ciudad, rotan permanentemente en cada elección y su equipo de trabajo con ellos.

Mi situación nonagenaria exige un descanso reparador por las mañanas; pero su famoso recolector de basura no me permite dormir libremente, su música bulliciosa ya está impregnada en mi inconsciente de tanto repetirla cada mañana y no necesariamente encaja en mi repertorio. En una ciudad pequeña, sabemos cuándo podemos sacar la basura inútil e inorgánica. No es mucho pedir que la música del basurero sea intermitente de una cuadra a otra; porque la ciudad es pequeña y ordenada. Inmediatamente después de que pasa el recolector de basura a la hora azul, el vendedor de tamales se pone a vender tamales con su megáfono infernal en las mismas calles por donde pasó el recolector.

Ya tengo grabadas en mi cabeza todas las bondades del bendito tamal mañanero, por el volumen que no te deja dormir después del recolector de basura. Después del recolector de basura y el carrito de tamales, llega el chatarrero con su propaganda a todo volumen en el mismo lugar del bullicioso paseo. Señores trabajadores de la municipalidad de Huanta, es posible controlar el uso excesivo de megáfonos en su recolector de basura, tamales, chatarreros, bocinas de mototaxis y vendedores de pan caliente en las mañanas.

Como ciudadano que paga impuestos para vivir en una ciudad ordenada, sin perros callejeros y donde sus parques no estén enrejados, sus iglesias cerradas, sus restaurantes que no dan factura, los recreos campestres que no tienen tarjeta visa, ni facturan, el lupanar sin facturar, el barrio de chichería de siete semillas que no mejora su presentación, donde los choferes de la ruta Ayacucho-Huanta se embadurnan por un pasajero a una cuadra de la terminal de buses, donde los mototaxistas no respetan las señales de tránsito, donde la casona de la municipalidad tiene la peor fachada de la ciudad; la queja es innumerable, pero solicito que puedan cumplir con algunas prioridades para ser un ciudadano a su modelo huantino. Se que estamos acostumbrados a solo pedir, pedir y pedir sin aportar nada a cambio, pero yo contribuyo con mi impuesto al trabajo puntualmente, aun descontado contra mi voluntad.

Es una ciudad pequeña, donde todos se conocen, quienes son sus personajes representativos, barrios, familias, cuadras, bares que frecuentan al gusto del ciudadano con deberes y derechos. La vida privada es única para cada uno, pero el deseo de vivir en paz en su administración municipal es inherente al hombre. No institucionalizar las actividades de manifestación espontánea de los carnavales, dejar que se diviertan a su manera por barrios, familias o grupos de personas en el famoso «pasio del chaqru».

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