Por: Edgar Gutiérrez Gómez

La interacción física de docentes y estudiantes, es una tradición arraigada en el inconsciente colectivo. Todo lo que podría enseñar el profesor se encuentra disponible en el ciberespacio y, en las bibliotecas virtuales que poseen un contenido inexplorable.

Repasar a Wilhelm Leibniz y Isaac Newton pugnando por su autoría del cálculo infinitesimal, motiva a rastrear el conocimiento infinito. La pugna milenaria entre las ciencias naturales y sociales, deslumbran en coyunturas de educación virtual. Los primeros susurrarán que necesitan de laboratorios para sus experimentos, consecuentemente de la presencia del profesor; mientras los conocimientos de las ciencias sociales podrían estudiarlo virtualmente. En fin, la fauna silvestre siempre abanicará una serie de posibilidades. Toda ciencia humana, necesita su teoría y práctica. Concluyendo que la práctica es superior a la teoría; pero si la teoría está bien fundamentada, la práctica es correspondencia lógica de la teoría.

Como la práctica nos enseñó a fundamentar teorías, podemos inferir que: no conozco a un docente que no posea un celular inteligente en las universitarias, símil no existe un estudiante sin móvil inteligente. Resultado, no justifica esa oposición a la educación virtual que desean implementar en algunas universidades del Perú. Acaso será que el hijito de mami, está acostumbrado a que el profe le dé pastillitas masticadas de conocimiento en las aulas presenciales. Estos sujetos de la educación, no tienen vocación de estudiar en casa utilizando sus celulares inteligentes ¡Así, de humildes! Publicado en en Diario Correo: https://peruquiosco.pe/

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