Cástor Saldaña Sousa
sousa@usal.es

Haciendo uso de la capacidad de captar, sensorial e intuitivamente, las sinergias que llegan a la vida de uno, me propongo, en esta ocasión de domingo reflexivo, ofrecer unos datos etnográficos como aportes para el enriquecimiento conceptual de la Bioculturalidad Andino-Amazónica. La sinergia se manifiesta en dos situaciones.


Por un lado, soy recién integrante del Área de Bioculturalidad Andino-Amazónica de la Red de Bioculturalidad de Ecuador y, por otro, tengo que realizar una exposición final para el curso de ecosistema de la Escuela de Bellas Artes de Ayacucho. Los temas del curso son: 1- ecosistema y tipos de ecosistema; 2- factores abióticos y bióticos; 3- recursos renovables y no renovables; 4- la especie humana y el medio ambiente; 5- maqueta sobre un paisaje natural, la cual presento en la portada. Ante esta sinergia, asaltan a mi mente los trabajos de campo realizados hasta ahora con los nativos en la selva peruana y con los andinos en la sierra.

Del lado académico, asalta la recurrente frase de que Perú es un país pluricultural, multiétnico y multilingüe y las ocho regiones naturales del Perú (1- Chala o Costa; 2- Yunga (Marítima); 3- Quechua; 4- Jalca o Suni; 5- Puna; 6- Janca o Cordillera Nevada; 7- Rupa-Rupa o Selva Alta; 8- Omagua o Selva Baja), del geógrafo peruano Javier Pulgar Vidal (2014, p. 18). Sobre esta síntesis, presento a continuación algunos datos etnográficos referente a otros trabajos (Saldaña y Calvo de Castro, 2018), pero que no han sido abordados desde el paradigma de la Bioculturalidad, para ofrecer una aproximación conceptual a la Bioculturalidad Andino-Amazónica.


(Fuente: autor) Lideresa Ashaninka de la comunidad nativa de Kimkibiri baja, distrito de Pichari, Departamento de Cuzco, Perú, cuidadora de las aguas termales de Kitamaronkani. En este lugar tradicional, según la creencia Ashaninka, aquella persona que se baña en las aguas termales preserva la tranquilidad, se conecta con la naturaleza y la eterna juventud. Ella es una de las personas de la comunidad que preserva las partes del mono como sus dientes, cráneo, garras, como parte del adorno corporal de la vestimenta Ashaninka y símbolo de rango de poder y estatus en la comunidad.

(Fuente: autor)
Madre Ashaninka que se encuentra en la comunidad de Marontoari, distrito de Pichari, Departamento del Cuzco, Perú, en el llamado techo del VRAEM (Valle de los Rios Apurimac, Ene y Mantaro) donde predomina el gran bosque virgen de la biosfera natural del VRAEM en proceso de certificación. Las madres nativas permanecen en los asentamientos para cuidar el bosque impidiendo el paso a forasteros a partir de las seis de la tarde y prohibiendo la tala de árboles. Los nativos en estas funciones están protegidos por el programa de SERNANP (Servicio Nacional, de Áreas Naturales Protegidas por el Estado) y el Programa Bosque (Programa Nacional de Conservación de Bosques para la Mitigación del Cambio Climático).

Fuente: Autor
Fuente: Autor. Piscifactoría para la cría sostenible de pescado, comunidad nativa Matsiguenga de Mazokiato, departamento del Cuzco, Perú. Las piscifactorías son uno de los ejemplos de intervención externa por parte de la población colonizadora del área. Persiguen un desarrollo sostenible a nivel local enfocado en paliar problemas de malnutrición infantil y sostenibilidad comunitaria con la población Matsiguenga. El río Apurimac es el más próximo a unos 25 kilómetros, al oeste de la comunidad. En ocasiones acuden al río para pescar con unas raíces machacadas denominadas cube. Tienen una sustancia que elimina el oxígeno del agua en el entorno donde cae la raíz machacada, haciendo que los peces salgan a la superficie del agua facilitando su captura.

Fuente: autor. Comunidad campesina de Santa Elena, al nordeste de la provincia de Andahuaylas, departamento de Apurimac, Perú. Se está llevando a cabo una actividad educativa con los alumnos y alumnas de educación primaria y secundaria sobre la revalorización de productos locales, costumbres tradicionales y culturales como el trueque y la feria de intercambio de semillas. Podemos ver como cosechan el maíz de múltiples variedades y colores, guardándolos en un lugar concentrado sobre un suelo acolchonado de ichu (tipo de paja de la región puna (Vidal, 2014, p.18) rodeado de las hojas y palos de maíz, semejando una habitación cuadrada con una parte abierta a modo de puerta. Desde la concepción andina, al maíz se le concibe como una persona con vida propia, colocándolo en el ichu como si fuera la cama y con la puerta abierta en dirección a la salida del sol. De esta forma, el sol naciente puede entrar en la habitación del maíz, protegiéndolo y calentándolo con los primeros rayos solares y, durante la noche, no pasar frío al estar sobre el ichu a modo de abrigo.

 Bioculturalidad Andino-Amazónica: una aproximación conceptual


Partiendo de la base del paradigma biocultural, en el cual, se articula la dimensión biológica y cultural de manera conjunta (Toledo, 2013, p.56), podemos definir que la Bioculturalidad Andino-Amazónica abarca los espacios geográficos de los Andes y la Amazonía integrando las áreas culturales, los diferentes grupos humanos con sus lenguas, estilos de vivir y pensar que habitan y coexisten en múltiples tipos de ecosistemas y biodiversidad ecológica.

La Bioculturalidad manifiesta una relación dialéctica, recíproca y simbiótica entre la biología y la cultura, que implica la participación de la mente del ser humano desde el plano de la percepción sobre el medio ambiente, la tierra, los recursos naturales, fauna, flora y, en general, las creencias, símbolos, usos que le otorga a su entorno perceptivo ecológico y geográfico como parte de su diario vivir y habitar existencialmente un territorio. Esta aproximación conceptual, no es estática temporalmente, sino que abarca el linaje transgeneracional de los saberes transmitidos por la praxis cotidiana y la oralidad, en una respuesta adaptativa del ser humano al medio ambiente, mejorando las técnicas materiales y las formas de vivir.


La Bioculturalidad Andino-Amazónica implica una dimensión ética, cargada de valores y actitudes hacia el medio ambiente por parte de cada grupo humano. Desde una visión globalizada, la Bioculturalidad en general, está en continuos cambios e intervenciones por parte de la “modernidad” y la “era industrial”, generando avances y desarrollos aparentemente por un lado y, crisis, daños y retrocesos por otro lado, tanto al medio ambiente como a los grupos humanos y sus conocimientos etnobiológicos y etnoecológicos tradicionales.


Es por ello, que la Bioculturalidad, adquiere también un matiz de resistencia y herramienta de decolonización cultural dominante y de empoderamiento, abriéndose a un dialogo intercultural entre diferentes actores sociales, como líderes indígenas, comunidades nativas, comunidades campesinas, investigadores académicos y, todo aquel grupo humano, individuo, colectivo social o institución que esté a favor de la misma causa.


Referencias Bibliográficas


  • Javier Pulgar Vidal, “Las ocho regiones naturales del Perú”, Terra Brasilis (Nova Série) (En línea), 3/ 2014, Publicado el 26 de agosto 2014, consultado el 19 abril 2019. URL: http://journals.openedition.org/terrabrasilis/1027; DOI: 10.4000/terrabrasilis.1027
  • Saldaña Sousa, C; Calvo de Castro, P. (2018). ASHANINKA Y MATSIGENKA. Recopilación de una etnografía visual. Museo Etnográfico Extremeño González Santana. Olivenza (Badajoz)
  • Toledo, Víctor M. (2013). El paradigma biocultural: crisis ecológica, modernidad y culturas tradicionales. Sociedad y Ambiente, vol. 1, núm. 1, marzo-junio,50-60. El Colegio de la Frontera Sur, Campeche, México.

 

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