Cástor Saldaña Sousa

En este breve artículo, me propongo presentar a modo de síntesis la relación entre arte, cultura y desarrollo humano sobre la base de un dato etnográfico recogido de primera mano con la interpretación emic del informante clave.


Dato etnográfico


En el proceso del trabajo de campo etnográfico y de mis comunicaciones con el grupo étnico Ashaninka que habita la zona del VRAEM en el distrito de Pichari, Cuzco, Perú, obtuve dos cargadores de bebé Ashaninka. El cargador de bebé, consiste en una especie de banda ancha o estrecha, elaborada a base de textil, sobre la que cuelgan alrededor de toda la banda, huesos de animales con distintos tipos de dibujos geométricos a modo de patrones. La diferencia que presentaban los dos cargadores de bebé, es que, en uno de ellos, los huesos que cuelgan sobre la banda de textil, estaban coloreados naturalmente con achiotec.

Ante esta observación etnográfica diferenciada, pregunté a la mujer Ashaninka, porqué uno estaba coloreado de achiotec, naturalmente de color anaranjado y, los huesos del otro cargador, no estaban coloreados con achiotec. Traduzco la interpretación que me ofreció la mujer Ashaninka: “El cargador de bebé con los huesos pintados de achiotec, quiere decir que ha sido usado por un bebé que ya ha cumplido dos años y lo ha dejado de usar. Cuando cumple dos años, ya puede caminar y, como recuerdo de que fue cargado por la madre, ambos, madre e hijo, lo pintan con achiotec para que quede en su memoria de recuerdo. El cargador que no está pintado, quiere decir que el bebé todavía no ha cumplido los dos años o, que todavía, no ha sido usado”.  


Interpretación teórica


Se precisaría profundizar y ampliar la relación entre datos etnográficos e interpretación teórica; por ejemplo, indagar sobre los demás elementos de que se compone el cargador de bebé y ponerlos en relación contextual con la forma de vida sociocultural y comunitaria del grupo Ashaninka. No obstante, el dato etnográfico presentado anteriormente, invita a la interpretación teórica de reflejar una etapa del ciclo vital Ashaninka. El pintar con achiotec el cargador de bebé, madre e hijo juntos, además de reflejar un rito de paso o de transición de una etapa a otra, refleja, que, culturalmente, se ha alcanzado una meta evolutiva representando un cambio de etapa en el desarrollo humano de la etnia Ashaninka. En este caso, la meta evolutiva, tipificada culturalmente en la acción de pintar con achiotec el cargador de bebé, madre e hijo juntos, está asociada al proceso de maduración biológica natural del niño, así como al vínculo de apego madre e hijo. Podemos apreciar una dialéctica entre biología y cultura.


Fuente Castor Saldaña

No solo la cultura genera prácticas y ritos que dan cuenta de los cambios en el desarrollo biológico de los grupos humanos, sino que los procesos de desarrollo biológico en el ser humano, de acuerdo a su simbiosis con el entorno ecológico donde el organismo se halla instalado, hacen desplegar la creatividad humana para generar e inventar prácticas culturales que le permitan un equilibrio homeostático entre la biología, el ambiente y la cultura. Se manifiesta un cambio en el desarrollo psicomotor, ya que, a la edad de dos años, el bebé presenta un impulso fisiológico vital que le impele a mover sus articulaciones y llevar a cabo acciones como caminar, así como el inicio de la curiosidad y la exploración del entorno cercano a nivel físico, sensorial, cognitiva y emocionalmente. El cargador de bebé, en estos términos, está codificado culturalmente, en un sentido que responde a la dimensión social de la comunidad y a sus códigos de interacción sociales y comunitarios, más allá de los significados puramente estéticos o decorativos que puedan evocar el cargador de bebé con sus dibujos en el textil, las figuras talladas en los huesos y su color anaranjado de achiotec. Uno de los indicadores externos de cambio evolutivo, es el cargador de bebé coloreado de achiotec como artefacto cultural.


la madre y el niño en interacción, manifiestan pautas culturales que dan sentido y orientación a sus comportamientos individuales, sociales y comunitarios dentro de un contexto ecológico


El cargador de bebé es un artefacto cultural (Wartofsky, En Cole: 2003, p.120) que tiene una funcionalidad práctica para la vida individual y social comunitaria. Lejos de pensar desde el “Otro”, es decir, “nosotros”, como “artesanía nativa”, llena de formas y colores, estos artefactos culturales, donde combinan, formas, colores y figuras, presentan una capacidad de acción y transformación más allá de quedarnos en el plano puramente estético y simbólico (Gell, 2016, p. 36). Concluimos diciendo que, muchas manifestaciones artísticas que expresan los diferentes grupos humanos y, en este caso, los huesos de animales tallados con patrones geométricos y coloreados con achiotec por la madre y el niño en interacción, manifiestan pautas culturales que dan sentido y orientación a sus comportamientos individuales, sociales y comunitarios dentro de un contexto ecológico, histórico y cosmovisivo; además de marcar etapas del ciclo vital propias de las formas de vida Ashaninka, con sus características y particularidades culturales, que insertan al individuo en la vida social comunitaria con un nuevo rol, estatus, tareas evolutivas alcanzadas y a alcanzar, así como la adquisición de nuevas capacidades, responsabilidades y valores que son insertados a su vez en una dimensión ética de su cultura, integrando o, incluso más allá, de la dimensión estética de sus manifestaciones artísticas.


Referencias bibliográficas

Cole, Michell. (2003). Psicología cultural. Una disciplina del pasado y del futuro. 2ª Ed. Madrid, España: Ediciones Morata.

Gell, Alfred. (2016). Arte y Agencia: una teoría antropológica. 1ª ed. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Sb editorial.

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